Los números, cuando se analizan fríamente sin estudiar el trasfondo que los conforma, pueden desvirtuar la realidad, esto es lo que está sucediendo en buena medida con las ventas en el sector de la automoción, en el que hay mucha más demanda de la que las estadísticas mensuales nos indican.
Es bien conocido que España es uno de los países por cuyas carreteras circula un parque automovilístico de los más antiguos de Europa.
La Comisión Europea anuncia que permitirá a empresas y consumidores tomar decisiones más precisas, con arreglo a sus intereses, a la hora de fabricar o de comprar determinados productos, sabiendo los tiempos con los que cuentan para cumplir con las nuevas leyes que se instauren.
El primer Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE), basado en las ayudas que recibirá España a través de los fondos europeos, es para el sector de la automoción, según afirmó recientemente la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto.
No hay vuelta atrás. La ley de Cambio Climático, aprobada en el Congreso de los Diputados y a la espera de su ratificación en el Senado, supone el impulso definitivo al coche eléctrico.
El pasado mes de enero, entró en vigor en la Unión Europea la denominada Ley de los 95 gramos, mediante la que se ponen límites a las emisiones de los fabricantes que vendan vehículos en esta zona.
El reciente informe publicado por el Banco de España en el que analiza el impacto económico que ha tenido la covid 19 en los distintos países europeos no deja lugar a dudas: la dependencia que tiene España de la hostelería y la automoción hace que su economía “sea más vulnerable a un shock” que la de Alemania, Francia e incluso Italia