Donald Trump impone aranceles del 25% a los automóviles importados.
El pasado 2 de abril, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la entrada en vigor de una nueva serie de aranceles recíprocos, con especial atención al impuesto del 25% sobre todos los automóviles importados. Esta medida, inicialmente prevista para aplicarse a partir del 3 de abril de 2025, ha sido finalmente postergada durante 90 días tras una prórroga de última hora anunciada por el propio mandatario.
Esta iniciativa ha marcado el inicio de una nueva etapa de tensión comercial a escala global, ante la cual numerosos países ya están diseñando mecanismos para mitigar los efectos de esta política proteccionista.
La decisión ha despertado una profunda preocupación en la industria automotriz internacional, que teme un aumento generalizado en los precios de los vehículos y una caída considerable en las ventas.
Según estimaciones de Wedbush Securities, los precios de los automóviles nuevos podrían incrementarse entre $5,000 (4. 600 €) y $15,000 (13. 800 €), lo que supondría una posible reducción del 15% al 20% en las ventas durante el próximo año.
Por su parte, Morgan Stanley anticipa que el precio promedio de los automóviles aumentará en un 11% a 12%, lo que podría elevar las cuotas mensuales de los préstamos automotrices de aproximadamente $750 (690 €) a más de $830 (760 €).
El impacto también se ha dejado sentir entre los principales fabricantes europeos, especialmente aquellos con alta dependencia del mercado estadounidense. Audi y Aston Martin han comenzado a reducir sus envíos a EE. UU., mientras que Volkswagen ha informado de tensiones financieras directamente asociadas a los nuevos aranceles.
En este contexto, la Unión Europea también optó por suspender durante 90 días la aplicación de medidas de represalia comercial, con la intención de abrir una vía de negociación bilateral que evite una escalada del conflicto.
Paralelamente, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, viajó de gira por Asia, donde intentó reforzar los lazos comerciales con socios estratégicos y posicionar a España y la Unión Europea como defensores del libre comercio, en contraposición al nuevo rumbo proteccionista adoptado por Estados Unidos.
La comunidad internacional observa con cautela las consecuencias de esta política arancelaria, que amenaza con alterar el equilibrio económico global y redefinir las relaciones comerciales entre bloques.
Sin duda, la guerra arancelaria no ha hecho más que empezar.