Desde que dejamos atrás el trueque, el dinero se ha convertido en la sangre que permite que la economía avance. Pero esa savia se ha transformado a lo largo del tiempo, de las pesadas monedas se pasó a billetes de papel, y de ahí, a las tarjetas de crédito que encerraban mil posibilidades con simplemente acercarla al TPV de turno.
Y sigue la evolución, acelerada actualmente en plena transformación tecnológica. Hoy en día, el móvil está dejando atrás el efectivo, y también la tarjeta de plástico que queda sustituida por su versión digital, siempre a mano a través del móvil.
Según el Estudio de tendencias de pago móvil en España, elaborado por Pecunpay en colaboración con Visa, los métodos favoritos de pago para los españoles serían las tarjetas de débito y crédito con un 57,8%. En segundo lugar, se situaría el efectivo, con un 23%; y en tercera posición, los pagos móviles con un 17%, casi dos puntos por encima respecto al año anterior.
Del estudio se extrae además que el 55% de los usuarios de pagos móviles confiesa utilizarlo en sus compras cotidianas, y que, como es lógico, el pago con móvil triunfa especialmente en la franja de edad de 18 a 29 años.
Por lo tanto, el smartphone se está convertido en el verdadero espacio de gestión económica de hoy. Desde él se puede acceder a cualquiera de las inversiones y de un solo vistazo conocer la situación financiera de forma global. Pero además, también se pueden realizar una inmensa mayoría de las operaciones que antes requerían de cita previa, de un desplazamiento a la oficina de turno y de realizar arduas y costosas gestiones que requerían un tiempo del que no se suele disponer en el ritmo frenético en el que nos encontramos.
De ahí que la financiación, y en concreto la financiación al consumo haya tenido que salir también de la oficina y trasladarse al smartphone para proporcionar a los clientes soluciones rápidas, fáciles y descomplicadas.
Forma parte de la evolución lógica de la financiación: si una persona necesita financiación para un proyecto determinado debe poder acceder a ella de la forma más rápida y cómoda posible. La inmediatez que nos acompaña en nuestro día a día no puede seguir replicando procedimientos de otros tiempos cuando lo habitual era presentar cientos de papeles de diferentes organismos, sellarlos para validarlos y firmarlos antes de pasarlos a un equipo de análisis que será quien finalmente, y según sus tiempos, si soy digno de recibir esa financiación, o no.
Estos procedimientos han quedado desfasados en pocos años y la digitalización ha terminado con la necesidad de presentar papeles para cualquier gestión. La firma de la documentación es un trámite que también se ha actualizado con la firma digital, y sin necesidad de desplazarse a ninguna oficina para plasmar la firma sobre una ingente cantidad de documentación en papel.