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Ahora que una mayoría de españoles está con un pie en la playa, es buen momento para reflexionar sobre el turismo, uno de los sectores capitales de nuestra economía. Aunque las últimas previsiones han reducido significativamente el crecimiento económico esperado para España en el presente año, lo cierto es que seguirá siendo uno de los países europeos con mayor proyección. Sin duda, el turismo va a ser un elemento esencial en el impulso de nuestro Producto Interior Bruto.
Según ha destacado el secretario de Estado de Turismo, Fernando Valdés, el Gobierno espera recuperar el 91% del PIB turístico español del año 2019. En cifras, eso supondría llegar a los 140.811 millones de euros, frente a los 154.737 millones de hace tres años, según los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El secretario de Estado también apuntó que las previsiones de vuelos hacia España de turistas extranjeros entre junio y agosto alcanzarán el 94% de los registrados en 2019, superando los 32,4 millones.
Más recientemente, el presidente de la asociación de empresas turísticas Exceltur, Gabriel Escarrer, mantenía que “actualmente, las reservas globales de vuelos y alojamiento superan en más de un 10% a las realizadas para las mismas fechas en 2019” y, a nivel general las previsiones para 2022 apuntan a una recuperación de entorno al 91,6% del PIB turístico de 2019.
Gabriel Escarrer reflejaba también los cambios que se están produciendo en el negocio turístico tras la pandemia: incrementos de las ventas online y reservas directas, mayor gasto por turista y más días de estancia, habitaciones de más categoría, así como demanda de productos y destinos más sostenibles.
Para hacer frente a esas demandas, el sector turístico español necesita realizar una transformación que probablemente debería haberse emprendido mucho antes, quizás aprovechando el parón obligado por la pandemia pero, a pesar del retraso, al menos ahora existe la posibilidad única de afrontarla con la ayuda de los fondos europeos. Por lo tanto, será necesaria una planificación exhaustiva e inmediata de todas las partes implicadas tanto del sector público como del privado, para conseguir un sector innovador y seguir manteniendo el liderazgo económico.
Nos encontramos en un momento ideal para afrontar esa trnasformación de un sector clave para la economía española, para apuntalar su crecimiento y para asegurar el futuro. El sector turístico español corre el riesgo de dormirse en los laureles y quedarse acomodado en los buenos resultados del corto plazo, en lugar de mantenerse alerta a los cambios profundos que se están dando en la sociedad y que requieren de una transformación en paralelo de un sector tan prioritario de la economía.
La transformación tecnológica está introduciendo cambios acelerados en las costumbres sociales a las que hay que dar respuesta rápida si no se quiere perder el tren del futuro. Las formas de viajar, el entretenimiento y la manera de disfrutar del ocio nada tienen que ver ya con las vacaciones clásicas.
Las nuevas generaciones esperan una oferta de servicios turísticos novedosos y disruptivos, todo apunta a que nos encontramos en un punto de inflexión de cara a liderar esa transformación. Los buenos resultados económicos deben llevar al sector a emprender los cambios que permitan dar respuesta a las necesidades de servicios que demandará el turista del futuro cercano. De lo contrario, el sector correría el riesgo de morir de éxito, algo improvable atendiendo a la pujanza, capacidad de liderazgo y conocimiento acumulado durante años por el sector turístico en España. El cliente ya no busca sólo un producto, busca experiencias genuinas. No busca una habitación para pasar unos días, busca pasar unos días inolvidables disfrutando experiencias únicas. Y ante este nuevo paradigma, no cabe duda, el futuro es del ocio, y el turismo español tiene mucho que decir.
